lunes, febrero 27, 2012

Un niño con problemas de aprendizaje no le falta Inteligencia

¿Cómo saber si mi hijo tiene problemas para aprender? ¿Mi hijo no es inteligente? 

A los niños que tienen problemas de aprendizaje no les falta inteligencia. Lo que les diferencia de los demás es que no consiguen hacer lo que ellos logran con el mismo nivel de inteligencia. Este problema es una de las razones por las que pueden llevar un niño a un fracaso escolar, y a muchos padres a una gran preocupación y decepción. Uno de cada 10 niños en edad escolar tiene problemas para aprender. 



Pero no me refiero a que tenga dificultades para aprender a multiplicar o a leer correctamente, o a realizar otra tarea puntual. A un niño con problemas de aprendizaje le cuesta captar, procesar y dominar las tareas así como todas las informaciones, para después desarrollarlas. Es importante identificar, observar y tratar los problemas de aprendizaje porque, de lo contrario los niños tendrán dificultades en su rendimiento escolar y en sus relaciones con otros niños, lo que podrá afectar a su autoestima.


El tratamiento de este problema debe empezar con un buen diagnostico, desde la atención y colaboración de los padres y maestros, con los psicólogos. A partir de ahí, se recomendará algunos medios y situaciones en las que deben situar al niño, en la escuela y en casa. Existen algunas señales que los padres pueden tener en cuenta a la hora de identificar un problema de aprendizaje en los niños, a partir de los 5 años:

Cuando el niño presenta dificultad para entender y seguir instrucciones
- Cuando existe el problema para recordar lo que se le acaba de decir
- Cuando el niño no domina las destrezas básicas de lectura, escritura y matemática
- Cuando no consigue distinguir la derecha de la izquierda, y confunde números como el 25 y el 52, o las letras b con la d, y el con el le.
- Cuando al niño le falta coordinación al caminar, hacer deportes, o incluso para dar un lazo al cordón de las zapatillas, o a sujetar bien un lápiz.
- Cuando suele perder o extraviar, fácilmente, los libros y los materiales escolares
- Cuando le cuesta entender y situarse en el ayer, hoy, y mañana.











Las Malas Costumbres de los Niños

Cómo y por qué algunos niños adquieren malos hábitos
Muchos padres no saben qué hacer para que sus hijos abandonen alguna mala costumbre como morderse las uñas, chuparse los dedosenrollarse  los pelos en el dedo, hurgarse la nariz, decir palabrotas, comerse las uñas, etc. Y muchos de ellos tienen razón en preocuparse ya que algunas costumbres que se inician en la infancia, pueden conservarse hasta la edad adulta. Además, por detrás de cada mala costumbre existe algo que pueda justificarla. Es decir que el mal hábito puede ser apenas una forma que el niño tenga de expresar algo que le esté molestando.

Es necesario estar atento y, siempre que sea posible, se debe cortar lo malo por la raíz. Pero sin agobios ni ansiedades, porque en este caso los resultados pueden no ser nada buenos. Con paciencia, determinación y mucho cariño, todo se soluciona para el bien de los niños. Según el Dr. Pedro Barreda, de padiatraldia, no todas las manías o actos repetitivos son motivo de preocupación. Dependen de la edad del niño, de las circunstancias y de la frecuencia con que aparezca el habito. A veces sencillamente se tratan de gestos que pertenecen a su lenguaje corporal.

 

¿Cómo un niño adquiere un mal hábito?
Existen algunos motivos por los que un niño empieza a repetir una mala acción. Una de las vías para adquirir un mal hábito es la imitación. Los niños, principalmente los más pequeños, aprenden imitando. En casa, los niños imitan a sus padres y/o hermanos. En la escuela, a sus compañeros. Si el niño, no todos, convive con alguien que guiña los ojos a cada tres por cuatro, es probable que con el tiempo llegue a imitarlo e inconscientemente se inicia un hábito. Lo mismo ocurre si los padres de este niño están diciendo palabrotas todo el día. ¿Cómo querrán ellos que su hijo no aprendan lo mismo? Hay que introducir buenos hábitos en la vida de los niños, y todo empieza en la familia, en la casa.

Otra vía de adquisición de un mal hábito puede tratarse de señales que el niño emite cuando no encuentra ni tiene palabras para expresar lo que siente o lo que le preocupa. Acaban comunicándose a través de alguna mala costumbre. En niños mayores, lo mismo puede pasar si ellos no encuentran diálogo en la familia, o no son entendidos por sus padres. Acaban adquiriendo un mal hábito para llamarles la atención. Es probable que, en estos casos, el niño se desahogue en una mala acción que se convertirá, en muchos casos y con el tiempo, en un mal hábito.













La escuela y los niños

¿Por qué se debe ir a la escuela?
Es necesario ir al colegio no solo para aprender a leer, escribir y a contar. Además de aprender todo eso, el niño va formando gradualmente su carácter, su capacidad de reflexión y juicio, al tiempo que se le amplían los conocimientos.
En los países más avanzados, la escolaridad es obligatoria y gratuita y, prácticamente, con igualdad de oportunidades para todos los escolares. El período de estudios obligatorio suele tener una duración de ocho a diez años.


Leer, escribir y contar
Los países que disfrutan de una economía desarrollada han hecho obligatoria la escuela para todos los niños. Hay que saber leer, escribir y contar para ejercer un oficio, por modesto que sea. Todavía existen, en muchas partes del mundo, infinidad de niños que no pueden ir al colegio: en Asia, en África y América del Sur. Sus gobiernos todavía no han construido suficientes escuelas ni formado bastantes maestros para que la educación elemental sea accesible a todos. Así que, los que puedan ir a la escuela, busquen no perder ni un solo día de clase. En muchos países, los niños van al colegio. Pero, por desgracia, ocurre que algunos países son demasiado pobres para construir colegios y formar profesores. Sin hombres instruidos, estas naciones están condenadas a ser pobres.


ADAPTACIÓN A LA ESCUELA
Consejos para una mejor adaptación del niño a la escuela
Nuestra capacidad deadaptación a las nuevas situaciones no se puede comparar con los recursos que tiene un niño para adaptarse. Nosotros contamos con un bagaje de experiencias que nos permite adaptarnos a las nuevas situaciones de una forma más suave y controlada. La capacidad de un niño para integrarse en un ambiente nuevo depende de su forma de ser, pero también de cómo se desarrollan las pautas de su adaptación. Salir de casa e integrarse en un ambiente nuevo, con compañeros a los que no ha visto nunca, con normas distintas que hay que aprender y en un lugar desconocido, no es fácil. Por si fuera poco, papá y mamá no están allí para echar una mano.

 

Consejos para una buena adaptación a la escuela del niño

En la primera infancia, todo es nuevo para los niños. Y sólo nosotros, los padres somos los únicos que podemos ayudarles con el apoyo y la comprensión que ellos necesitan en momentos como éste. La integración del niño en una escuela debe realizarse paulatinamente, es decir, pasito a pasito, sin prisas ni agobios. Es muy importante respetar los tiempos y las exigencias de cada niño en particular.
Para conseguir que tu hijo se adapte bien a la escuela infantil o al colegio, sobre todo, si es la primera vez que le llevas, es recomendable seguir estos consejos que le ayudarán a superar esta situación con naturalidad.



1. Adaptación horaria. Al principio, lleva al niño sólo durante unas algunas horas a la escuela infantil y, poco a poco, ve aumentando el horario. Cada niño necesita de su tiempo.

2. Objetos de apego. Deja que tu hijo lleve, se así lo desea, su juguete preferido, o algo que le sea familiar y le mantenga unido con su hogar.

3. Despedidas rápidas. Evita prolongar las despedidas en exceso. Hay que transmitir seguridad al niño y evitar dramatismos. Tu hijo debe saber que dentro de un rato vendrás a recogerle y que lo que estás haciendo es lo mejor para él.

4. Motivación y ánimo. Al salir de la escuela infantil, dedica tiempo a tu hijo, jugando con él. Es bueno que descubra que lo que hace en el centro no es tan distinto de lo que hace habitualmente en casa. Anímale a compartir contigo las experiencias que aprende en la escuela. Y demuestra alegría y entusiasmo por sus progresos.

5. Entradas y salidas. Es conveniente que la madre o el padre vayan a llevarle y a recogerle. Esta rutina le proporcionará seguridad y, además, se acostumbrará antes al cambio.

6. Contacto directo. Siempre que lo consideres necesario habla con la profesora o educadora sobre tus dudas, tus inquietudes y sobre cualquier cambio que observes en el niño.

7. Actividades. Busca estar informada sobre las actividades que están desarrollando en clase: fichas,canciones nuevas, estaciones del año, etc, para entender y potenciar su aprendizaje.

8. Evolución y etapas. Los aspectos de la evolución del niño deben ser coordinados con las educadoras (retirada del pañal o del chupete) para que se lleven de la misma forma en casa y en la escuela.

9. Alimentación. Procura tener en cuenta qué es lo que come cada día en la escuela infantil, solicitando el menú, para poder ofrecerle una dieta más equilibrada.

10. Ambiente relajado. Para una mejor adaptación del niño a la escuela infantil conviene que su día no empiece con prisas o agobios por salir de casa. Asi que nada de prisas por la mañana. Procura despertarle con tiempo para que desayune tranquilamente y se dirija sin agobios a la escuela infantil.

La Epilepsia Infantil

¿Qué es la epilepsia infantil y cómo se trata?
La epilepsia es un trastorno intermitente del sistema nervioso, que afecta a 1 por ciento de los niños y que se caracteriza por crisis o convulsiones. La mayoría de los niños afectados por esta enfermedad puede desarrollar una vida "normal y sana". Aunque su nombre pueda impresionar a muchos padres, la mayor parte de las epilepsias infantiles tienen buena evolución y obedecen al tratamiento.


¿Qué es la epilepsia?
Es una enfermedad neurológica en la que la acción de unas descargas eléctricas afecta a las neuronas cerebrales de los niños, desencadenando las llamadas crisis epilépticas. Estos ataques pueden obedecer a factores hereditarios, enfermedades infecciosas como la meningitis y la encefalitis, problemas en el embarazo o traumatismos craneales.

 

¿Por qué se produce la epilepsia?

El cerebro está formado por células llamadas neuronas, que se comunican entre sí mediante impulsos eléctricos. Dichos impulsos hacen que realicemos movimientos voluntarios o recibamos sensaciones procedentes del mundo que nos rodea. Las crisis epilépticas se producen por descargas desorganizadas de impulsos eléctricos en grupos de neuronas. Si la alteración de las neuronas está localizada en un lugar del cerebro suele dar lugar a crisis focales. Cuando existe una excitabilidad general del cerebro en su conjunto, da lugar a crisis generalizadas, en las cuales no se suele encontrar una anomalía evidente en el cerebro y posiblemente sean debidas a una anomalía en la regulación de la comunicación de las células cerebrales, tal vez hereditaria, de origen  genético.

 

¿Cómo saber si el niño es epiléptico?

Es importante saber que muchos de los episodios aparentemente críticos no son epilepsias. Las convulsiones febriles o los espasmos del sollozo, no entran dentro de la epilepsia. Un niño tiene epilepsia cuando: - Padece de dos o más crisis convulsivas sin factores desencadenantes claros (fiebre, por ejemplo). - Pierde el conocimiento, presenta ausencias breves o suspensiones momentáneas de la actividad consciente manifestadas de forma reiterada. - Presenta contracciones musculares violentas, con sacudidas de uno o varios grupos de músculos. - Presenta alteraciones bucales, náuseaso sudoración excesiva, acompañadas de movimientos anormales.

 

Diagnóstico y tratamiento de la epilepsia

La epilepsia tiene tratamiento y los nuevos medicamentos mejoran la calidad de vida de los afectados por la enfermedad. Afortunadamente, la mayoría de los niños que la padecen pueden ser controlados con la medicación antiepiléptica. Excepcionalmente, se presentan crisis resistentes a múltiples tratamientos y, en ocasiones, necesitan enfoques diferentes como cirugía, un tipo de dieta llamada cetogénica o la implantación de un marcapasos en el nervio vago. Deben evitarse los factores que se sabe desencadenan un ataque en un niño determinado, tales como la televisión, videojuegos o luces de discoteca.
Algunos casos de epilepsia infantil se resuelven por si solos con el paso del tiempo, mientras la mayoría necesita tratamiento. Para confirmar un diagnóstico de epilepsia es necesario que se haga un electroencefalograma, un escáner y una resonancia. Los medicamentos pueden controlar las crisis epilépticas en la mayoría de los niños. Normalmente, se comercializan en forma de comprimidos, jarabe o cápsulas. Es posible que el niño tenga molestias de estómago durante los primeros días o semanas al comenzar el tratamiento. Cualquier molestia que sienta el niño durante este periodo debe ser comunicada al médico.


¿Qué puede provocar una crisis epiléptica?
Son muchos los factores que pueden provocar crisis epilépticas en niños. En 7 de cada 10 casos no se puede identificar causa alguna, en el resto se pueden descubrir:
- Problemas del desarrollo cerebral durante el embarazo
- Falta de oxígeno durante o después del parto
- Traumatismos craneoencefálicos
- Tumores cerebrales (poco habituales en niños pequeños)
- Una convulsión febril muy prolongada
- Encefalitis o meningitis
- Casos de epilepsia en los familiares.
A parte de eso, en la aparición de un ataque de epilepsia infantil pueden influir los cambios de tiempo, los cambios de ciclos lunares, la falta de sueño y las alteraciones en el descanso nocturno, factores todos ellos que incrementen las posibilidades de sufrir una crisis en niños ya predispuestos a esta enfermedad neurológica.

Los juguetes y el desarrollo de los niños


Los juguetes son herramientas esenciales para el buen desarrollo  del niño. Juega un papel importante en la formación de los conceptos, aptitudes, expectativas y socialización en los niños. Desde siempre, los niños han tenido la necesidad de una actividad; de moverse, curiosear, de manipular y experimentar objetos, de crear, de relacionarse, e intercambiar acciones, vivencias y sentimientos.

 



El juguete adecuado

El juego, además de ser una actividad, ayuda al niño a desarrollar todas sus funciones psíquicas, físicas y sociales. Los niños desarrollan las múltiples facetas de su personalidad: aprenden a relacionarse con el entorno, desarrollan sus aspectos más creativos y perfeccionan sus múltiples habilidades ayudándoles a canalizar tanto su energía vital física, como la mental y la emocional.

Todo esto es de gran ayuda en su desarrollo integral como personas completas, facilitándoles también su integración en el entorno social en el que se mueven. Es por todo ello por lo que es imprescindible buscar el juguete adecuado a cada edad y momento, y ser muy conscientes del papel que tendrá en el desarrollo del niño. El juego cambia a la medida que el niño va creciendo. Pronto el niño estará representando personajes y podrá expresarse y comunicarse libremente; además establecerá reglas en los juegos, ejercitando su capacidad de autocontrol y autonomía.













El Cáncer Infantil en los Niños


El cáncer es la segunda causa de mortalidad infantil en España
Considerando que todos los órganos del cuerpo están formados por tejidos, que los tejidos se componen de conjuntos de células, y que las células son las responsables por el crecimiento, la evolución, y la renovación de los órganos y tejidos, es necesario saber que cuando existe una alteración en una célula, o que esta haya cumplido su objetivo y respondido a la demanda de órganos y tejidos, se muere. Si la célula sobrevive, originará células iguales a ella, distintas de las normales y, escapando a los mecanismos normales de control, se proliferará originando un conjunto de células "enfermas" y anormales que se localizará en un tejido o órgano, pudiendo viajar por la sangre a otros órganos o tejidos, causando tumores de muchos tipos y en localizaciones muy diferentes.

Al crecer descontroladamente, la célula adquiere tamaños y morfologías anormales, destruyen células vecinas, órganos y huesos, consumiendo parte de los nutrientes y de la energía del paciente, y debilitando las defensas del organismo. A esas células enfermas la medicina llama cáncer, una enfermedad que puede aparecer en cualquier etapa de la vida, desde el nacimiento y a lo largo de todo el desarrollo del ser humano. El cáncer no es una enfermedad transmisible. El cáncer es una propagación incontrolada de células en cualquier órgano o tejido, que se origina cuando un grupo de células escapa de los mecanismos normales de control en cuanto a su reproducción y diferenciación.


Cáncer infantil

Con motivo del día mundial contra el cáncer, el 4 de febrero, la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), dedica su celebración este año a la lucha contra el cáncer infantil en razón de que hoy, esa enfermedad es la segunda causa más frecuente de mortalidad infantil en niños con edades comprendidas entre 1 y 14 años. Las estadísticas enseñan que cada año más de 160 mil niños son diagnosticados con cáncer en el mundo. El 80% de los pacientes infantiles viven en países en desarrollo. 

Según la Unión Internacional Contra el Cáncer (UICC), en los países desarrollados, tres de cada cuatro niños con cáncer sobreviven al menos cinco años después de ser diagnosticados, gracias a los progresos en el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad. En los países en desarrollo, más de la mitad de los niños diagnosticados con cáncer tiene probabilidades de morir. En España, después de los accidentes, el cáncer es la segunda causa de mortalidad infantil. Hoy día, tanto la incidencia como la predominancia del cáncer en la edad infantil están en ascenso. En razón de eso, se hace cada vez más necesarios un mejor y precoz diagnostico, y tratamientos efectivos.

Los cánceres más frecuentes en los niños

Según la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, los cánceres más frecuentes en la infancia son: la leucemia (cáncer de los glóbulos blancos), seguida del Linfoma (cáncer de los ganglios linfáticos), Tumores cerebrales (cáncer que puede situarse en muchas partes del cerebro), y el Osteosarcoma (cáncer de huesos). Los tumores suponen el 80% de todos los casos. La leucemia es el cáncer que más ocurre en la infancia. Existen varios tipos. 

Las más frecuentes en niños son las leucemias linfoblásticas agudas, y suelen padecer niños con edades comprendidas entre 2 y 8 años. Después de la leucemia, los tumores del sistema nervioso son el segundo tipo de cáncer más frecuente en la infancia. Pueden ocurrir entre los 5 y los 10 años de vida. Y seguido de los tumores, se encuentran los linfomas, que son cánceres que se desarrollan a partir del sistema linfático. Con menos frecuencia, suele haber cáncer de intestino delgado, en el hígado, bazo, sistema nervioso, y médula ósea.

Aplicar límites a los niños


10 consejos para educar con disciplina a nuestros hijos
Una disciplina eficaz a la hora de aplicar los límites a nuestros hijos es lo más importante. Para educar de manera eficaz a nuestros hijos debemos marcar las reglas en casa con el objetivo de cumplirlas. El secreto es hacerlo de manera coherente y con firmeza. Una de las consecuencias educativas de una falta de habilidad a la hora de establecer las normas y de marcar los límites puede ser la falta de respeto, que se produce cuando hablamos demasiado, exageramos en la emoción, y en muchos casos, nos equivocamos en nuestra forma de expresar con claridad lo que queremos o lo hacemos con demasiada autoridad.


10 consejos básicos para aplicar límites educativos

Cuando necesitamos decir a nuestros hijos que deben hacer algo y "ahora" (recoger los juguetes, irse a la cama, etc.), debemos tener en cuenta algunos consejos básicos:

1. Objetividad. Es frecuente escuchar en nosotros mismos y en otros padres expresiones como "Pórtate bien", "sé bueno", o "no hagas eso". Estas expresiones significan diferentes cosas para diferentes personas. Nuestros hijos nos entenderán mejor si marcamos nuestras normas de una forma más concreta. Un límite bien especificado con frases cortas y órdenes precisas suele ser claro para un niño. "Habla bajito en una biblioteca"; "da de comer al perro ahora"; "agarra mi mano para cruzar la calle" son algunos ejemplos de formas que pueden aumentar sustancialmente la relación de complicidad con tu hijo.

2. Opciones. En muchos casos, podemos dar a nuestros hijos una oportunidad limitada para decidir como cumplir sus "órdenes". La libertad de oportunidad hace que un niño sienta una sensación de poder y control, reduciendo las resistencias. Por ejemplo: "Es la hora del baño. ¿Te quieres duchar o prefieres bañarte?". "Es la hora de vestirse. ¿Quieres elegir un traje o lo hago yo? Esta es una forma más fácil y rápida de dar dos opciones a un niño para que haga exactamente lo que queremos.


3. Firmeza. En cuestiones realmente importantes, cuando existe una resistencia a la obediencia, nosotros necesitamos aplicar el límite con firmeza. Por ejemplo: "Vete a tu habitación ahora" o "¡Para!, los juguetes no son para tirar" son una muestra de ello. Los límites firmes se aplican mejor con un tono de voz seguro, sin gritos, y un gesto serio en el rostro. Los límites más suaves suponen que el niño tiene una opción de obedecer o no. Ejemplos de ligeros límites: "¿Por qué no te llevas los juguetes fuera de aquí?"; "Debes hacer las tareas de la escuela ahora"; " Vente a casa ahora, ¿vale?" o "Yo realmente deseo que te limpies". Esos límites son apropiados para cuando se desea que el niño tome un cierto camino. De cualquier modo, para esas pocas obligaciones "debe estar hecho", serás mejor cómplice de tu hijo si aplicas un firme mandato. La firmeza está entre lo ligero y lo autoritario.

4. Acentúa lo positivo. Los niños son más receptivos al "hacer" lo que se les ordena cuando reciben refuerzos positivos. Algunas represiones directas como el "no" o "para" dicen a un niño que es inaceptable su actuación, pero no explica qué comportamiento es el apropiado. En general, es mejor decir a un niño lo que debe hacer ("Habla bajo") antes de lo que no debe hacer ("No grites"). Los padres autoritarios tienden a dar más órdenes y a decir "no", mientras los demás suelen cambiar las órdenes por las frases claras que comienzan con el verbo "hacer".



5. Guarda distancias. Cuando decimos "quiero que te vayas a la cama ahora mismo", estamos creando una lucha de poder personal con nuestros hijos. Una buena estrategia es hacer constar la regla de una forma impersonal. Por ejemplo: "Son las 8, hora de acostarse" y le enseñas el reloj. En este caso, algunos conflictos y sentimientos estarán entre el niño y el reloj.

6. Explica el porqué. Cuando un niño entiende el motivo de una regla como una forma de prevenir situaciones peligrosas para sí mismo y para otros, se sentirá más animado a obedecerla. De este modo, lo mejor cuando se aplica un límite, es explicar al niño porqué tiene que obedecer. Entendiendo la razón, los niños pueden desarrollar valores internos de conducta o comportamiento y crear su propia conciencia. Antes de dar una larga explicación que puede distraer a los niños, manifiesta la razón en pocas palabras. Por ejemplo: "No muerdas a las personas. Eso les hará daño"; "Si tiras los juguetes de otros niños, ellos se sentirán tristes porque les gustaría jugar aún con ellos".

7. Sugiere una alternativa. Siempre que apliques un límite al comportamiento de un niño, intenta indicar una alternativa aceptable. Sonará menos negativo y tu hijo se sentirá compensado. De este modo, puedes decir: "ese es mi pintalabios y no es para jugar. Aquí tienes un lápiz y papel para pintar". Otro ejemplo sería decir: "no te puedo dar un caramelo antes de la cena, pero te puedo dar un helado de chocolate después". Al ofrecerle alternativas, le estás enseñando que sus sentimientos y deseos son aceptables. Este es un camino de expresión más correcto.



8. Firmeza en el cumplimiento. Una regla puntual es esencial para una efectiva puesta en práctica del límite. Una rutina flexible (acostarse a las 8 una noche, a las 8 y media en la próxima, y a las 9 en otra noche) invita a una resistencia y se torna imposible de cumplir. Rutinas y reglas importantes en la familia deberían ser efectivas día tras día, aunque estés cansado o indispuesto. Si das a tu hijo la oportunidad de dar vueltas a sus reglas, ellos seguramente intentarán resistir.

9. Desaprueba la conducta, no al niño. Deja claro a tus hijos que tu desaprobación está relacionada con su comportamiento y no va directamente hacia ellos. No muestres rechazo hacia los niños. Antes de decir "eres malo", deberíamos decir "eso está mal hecho" (desaprobación de la conducta).

10. Controla las emociones. Los investigadores señalan que cuando los padres están muy enojados castigan más seriamente y son más propensos a ser verbalmente y/o físicamente abusivos con sus niños. Hay épocas en que necesitamos llevar con más calma la situación y contar hasta diez antes de reaccionar. La disciplina consiste básicamente en enseñar al niño cómo debe comportarse. No se puede enseñar con eficacia si somos extremamente emocionales. Delante de un mal comportamiento, lo mejor es contar un minuto con calma, y después preguntar con tranquilidad, "¿que ha sucedido aquí?". Todos los niños necesitan que sus padres establezcan las guías de consulta para el comportamiento aceptable. Cuanto más expertos nos hacemos en fijar los límites, mayor es la cooperación que recibiremos de nuestros niños y menor la necesidad de aplicar consecuencias desagradables para que se cumplan los límites. El resultado es una atmósfera casera más agradable para los padres y los hijos.